sábado, 13 de junio de 2009

Es la hora, es la hora, es la hora de jugar.

Hola mis estimados lectores, compañeros, colaboradores, metiches ocasionales y detractores.

Pues por estos días ha resurgido en mí, el interés por este Mundillo Intelectual, que por un largo tiempo parecía estar agonizando. Y no digo que ahora no lo esté, pero hasta para agonizar hay que tener algo de estilo, ¿no creen? Bueno, muchachitos, les digo que ha vuelto mi interés y dado que he estado leyendo lo que han venido comentándonos (y mentándonos) en los últimos días pues les diré..

Más bien les pregunto, de verdad, de verdad ¿ustedes creen que todo o algo de todo esto tiene sentido? digo, ya sé que puede ser bastante entretenido leer chismes de la Facultad o que el morbo o el ocio o el "entretenimiento sano" nos hace entrar, leer, comentar, pelear unos con otros, en un acto de "me vale madre, yo estoy haciendo uso de la libre expresión", ya sé que algo de esto puede ser justificable, pero les digo, hasta para agonizar hay que tener estilo o sentido o lo que sea, pero mucho más para hacer algo como lo que hemos venido haciendo todos nosotros. Todos, no sólo los que "mantenemos" este blog, que más bien lo mantienen ustedes con sus comentarios y mentadas de madre o semejantes, que tanto raiting y publicidad gratuita nos ha dado.

No les parece aburrido?, no les parece que nos repetimos?, otra vez, TODOS? Porque digo, este blog sí ha servido de mucho y también ha servido de poco, lo sé, pero ha servido y es algo que ya no se puede ignorar, puesto que aquí estamos.

Y yo sé que a pesar de que cada uno de los que colaboramos tiene sus propios intereses o sus propios medios para abordad el blog, sé también que lo que todos teníamos en mente al comenzar con esto era la idea de Provocar, así con mayúscula, porque esto -aun con nuestros seudónimos- es muy arriesgado, porque te pones en el ojo del huracán cuando decides levantar la mano y hablar, o criticar constructiva o destructivamente, porque es bieeen difícil no perder el objetivo, —cosa que ha quedado bastante clara a lo largo de los meses—así que a sabiendas de todo esto, yo creo que lo único que teníamos seguro era la idea de Provocar. Sobra mencionar que es algo que sí hemos logrado, para bien o para mal.

Y sé también que ha servido de nada, porque les digo, caminamos en círculos, todos estamos caminando en círculos y nos estamos deteniendo en el único objetivo de Provocar sin ir más allá y eso sí que está gacho.

Hablo por mi al decir que me pareció ingeniosa y positiva la idea de participar en un blogo como este, porque yo creo que sí hay mucho que decir, más allá de las diferencias de los Colegios de la Facultad, más allá de que podamos odiarnos o podamos tolerarnos o amarnos entre nosotros mismos, hay mucho más y lo estamos ignorando con estos chismes hechos (lo digo así, porque aunque todo lo que hemos puesto aquí tiene bases fidedignas, termina, entre todos convirtiéndose en un chisme) y entre estos motes absurdos, o misóginos, o descriminantes, o faltos de creatividad que ya aburren.

En serio chavales, deberíamos de replantear todo este cotorreo, ya no digo proponer y juntarnos y hacernos amiguis, porque la verdad eso sí que está cabrón, sino algo más simple, darle un sentido a todo esto, hacerlo que viva, porque es evidente que estas cosas que pasan ahora no son algo inédito, porque ya han venido sucediendo desde hace bastantes generaciones en la Facultad y muy probablemente sigan sucediendo en los próximos años, a lo mejor con otras caras, a lo mejor con otros nombres pero ahí van a seguir lamentablemente.

Y a lo mejor yo no les pido algo bien chido, como hacer una revolución en la escuela o alguna cosa semejante, a lo mejor me tachan de aburrida o de quejumbrosa, o simplemente me dicen que ya no entre al blog, pero les digo, mi sugerencia es esta, ya no seguir cagándola a lo pendejo, sin ton ni son; si la vamos a cagar, démosle sentido, objetivo o mínimo caguémosla con estilo, porque deveritas, es deplorable a dónde hemos venido a parar todos en todo esto.

jueves, 11 de junio de 2009

"El jefe"

Pues sí, recién me vengo enterando que a la par de la madeja de requisitos que le ponen a uno para entrar a la facultad hay una sarta de requisitos, documentos, pagos y hasta recibos de pagos que le piden a uno que tiene que pagar para que lo dejen salir. Así resulta, pues. Y bueno, no es que uno tenga inconveniente en buscar entre sus reliquias el certificado de la prepa, el de la secundaria o incluso el de la primaria o el kinder. Aunque el mío sea uno de esos que desaparecieron con el huracán, allá por el… en fin. Tampoco es desesperante andarse tomando fotos, tratar de salir bien peinadito o tener que llevar corbata. No, en realidad eso no es tan molesto. Pero resulta que hay un pequeño requisito que, de alguna forma, sí encuentro jodidamente hartamente fastidioso. Y tanto me jode molesta que ahora estoy escribiendo sobre ello.

Resulta que entre las fotos, cárdes, copias, originales, actas, pagos y muchos etcéteras más, hay un requisito. Es el séptimo y lee así: “Donativo para biblioteca según las indicaciones del jefe de ésta”. Bien. Iré a ver al jefe y veré qué me indica. Es viernes, el “jefe” no está, no es sorpresa… No hay problema, pido indicaciones y asunto arreglado.
Desde que cursamos cualquiera de nuestras carreras y con el simple hecho de poner en circulación los libros de la biblioteca de Filosofía y Letras nos podemos dar cuenta que una partecilla decente-respetable del acervo está constituido por libros que han sido “donados” por distintas personas. Qué bien. Hay bastantes almas solidarias en nuestra facultad y fuera de ella que preocupadas por nuestro enriquecimiento cultural se han tomado la molestia de seleccionar un libro que consideraban nos sería de utilidad y lo han comprado para enriquecer nuestra biblioteca. Hasta aquí todo bien.
También, es o era sabido o al menos conocido por uno que otro par que uno de los requisitos que antes menciono para salir de una vez de la facultad era el de hacer un donativo de libros a la biblioteca. Cuántos, ¿tres?, ¿cuatro? eso todavía tendría que averiguarlo. Esto ayudaría a dar cuenta de los tantos libros donados en nuestra facultad. Así que me revuelvo en mis pasos. ¿Qué libros donaré? Tras varios años, quizás más de los necesarios de carrera, uno se llega a dar cuenta de qué libros beneficiarían a los compañeros estudiantes del colegio y de la facultad. Sí. ¿Qué donaré? ¿Algo de teoría?, ¿algo de literatura?, ¿algo de filosofía que nunca leí o encontré?
O qué tal si la biblioteca habrá hecho un sondeo entre los estudiantes para saber de qué libros se tiene necesidad y me harán seleccionar, dentro de una lista, alguno de ellos para así facilitar la búsqueda de referencias a los compañeros. ¿Tendrán un buzón abierto con sugerencias sobre qué libros adquirir? ¿Tendré que decidir abiertamente?
En tales pensamientos me revolcaba mientras me acercaba a la biblioteca. Pero aunque parezca difícil creer, ninguna de mis especulaciones acertó.
Resulta que el “jefe” ya había decidido que libros había que adquirir. Oh, pero no sólo eso sino que el jefe ya los había adquirido. Así que llegó a la recepción y pido información que me será clarificada. Quiero donar. El jefe ya decidió. ¿Decidió? Sí, y el jefe ya lo compró. El jefe pide ahora que le des el dinero que pagó. De acuerdo, de acuerdo. ¿Cuánto es? No hay problema. Yo pago. 400 pesos. ¿400? $400. Bien. Nunca compré un libro tan caro en cinco años de carrera pero bien. ¿Y qué libro estaré donando? Éste, firme aquí. Para que futuras generaciones sepan quién lo donó. Bien ¿Aquí? No, aquí. Bien. Bien. ¿Es todo? Lo es. Y el nombre cómo dijo. Era. Es… ¿Y ese libro quién lo pidió? ... Gracias. Adiós. Todo bien, todo bien. A ver. Sólo por curiosidad el libro se llamaba. Internet. Googlear. Título. Precio. ¿187? $187.00. ¿Y dónde quedó lo demás?
Por cierto, mencioné que el jefe tiene su librería propia.

Por lo pronto, ahí les dejo: